La consistencia de la burbuja

“¿Habéis sentido alguna vez que os han estafado? Buenas noches”, John Lydon.



[Ricardo Portmán]

Un sólo disco. Una práctica nulidad absoluta de sus miembros como músicos. Un mensaje trillado y vacío. Una actitud destructiva que arrastraba cualquier iniciativa en su lodo. Una influencia cultural hinchada de manera artificial. La consistencia de una burbuja; esa es la consistencia histórica de los Sex Pistols.

Encumbrados desde siempre como el paradigma del punk ideal, y maquiavélicamente dirigidos por un oportunista del marketing guerrilla como Malcolm McLaren, los Pistols vivieron para el exceso, la provocación gratuita y la desidia, porque lo que se dice ensayos, práctica, proceso compositivo, de todo esto: poco o nada.

Muchos se rasgarán las vestiduras ante estas líneas heréticas, pero lo cierto es que ese álbum que aparece en muchas de las listas de lo mejor de siempre, Never Mind The Bollocks, es pobre, está mal grabado y lleno de cortes claramente inferiores al promedio del buen punk del momento. No soporta comparaciones con sus contemporáneos británicos The Clash y The Damned.



Se ha hablado que eran pioneros. Falso. Anarchy in the UK ni siquiera fue el primer single de punk británico (lo fueron los sencillos New Rose de The Damned y We Vibrate de The Vibrators). No fueron los fundadores del punk, los reales pioneros del punk –bajo otras etiquetas- fueron The Stooges, New York Dolls y MC5.

El sociópata John Lydon nunca fue un cantante real, ni siquiera un declamante competente. Steve Jones sabía a duras penas los acordes básicos. Del incapaz Sid Vicious se han escrito libros de todo menos de su ´brillo´ musical. El único talento real dentro de la banda, el bajista Matlock, fue expulsado, supuestamente, porque le gustaba Paul McCartney. Pero esto no ha bastado para que una parte de la crítica y publicaciones musicales (snobistas algunos hasta el paroxismo) consideren a los Sex Pistols lo mejor de lo mejor del punk. Basándose en la fuerza, rabia y arrebato de violencia sin sentido se les cataloga de voceros de una generación, pero la palabra ´música´ siempre brillará por su ausencia.

No sorprende su abrupto final y la continuidad de desgracias alrededor de sus ruinas. Era impensable que duraran más que unos pocos años. McLaren también lo sabía, hizo el dinero que quiso y cerró puertas y ventanas de un negocio redondo para él. La música siempre fue lo de menos. Los Sex Pistols eran unos tipos duros que se desmoronaron en su frágil ineptitud.




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