Concierto | Xoel López: Yo soñaba cada día poder vivir nuevamente conciertos así

Les contamos su recital del 7 de febrero en el Teatro Coliseum de Madrid dentro del Inverfest

[Ricardo Portmán] @ecosdelvinilo 

“Here comes the sun do, do, do / Here comes the sun / And I say it’s all right”. La voz de Nina Simone suena aún más bonita cuando su revisión del Here Comes The Sun corresponde al preámbulo expectante de un concierto de Xoel López. Ya hace poco más de un año, también en el Inverfest, veía por primera vez al artista en concierto (era en el Circo Price) y ya entonces lo dejé por escrito: todo lo que empieza con The Beatles suele terminar bien. La noche de este domingo 7 de febrero del año-todavía-covid de 2021, yo ya tenía claro qué me esperaba en el madrileño Teatro Coliseum… o no tanto, porque Xoel es una saltarina caja de sorpresas en estos tiempos de movimientos programados.

Al escenario, donde vemos la batería a la izquierda y en el resto del perímetro teclados y más teclados, salta el campeón llegado del norte -entre parpadeantes luces azules- para dar el esperado kick-off con El Destello, tema también de apertura de su nuevo disco Si Mi Rayo Te Alcanzara. “A lo lejos / En algún rincón del mundo / Se cierra una puerta” entona el gallego a mano alzada (todavía no se cuelga la guitarra) arropado por una banda de lujo -o si prefieren, deluxe- integrada por Charlie Bautista (teclados, coros), Adrián Seijas (batería, guitarra acústica, percusión, coros), Alice Wonder (voz, guitarra, percusión), Ede (voz, teclado) y Teyou (voz, percusión).

Tras Vampiro Blanco y Si Mi Rayo Te Alcanzara llegaba el primer momento-compartido entre Xoel y una de sus voces femeninas: Ede, para cantar Alma de Oro, incluyendo una lograda coreografía robótica. Luego da un paso adelante la impresionante Alice Wonder para su primera incursión bajo los reflectores principales, con la Epiphone Casino roja de Xoel en ristre, para ese himno titulado Insomnio. 

A López le va el baile, tiene pies ligeros y nos regala algunos pasos a lo Michael Jackson en la festiva A Serea e o Mariñeiro, donde tras un inicio de mucha tecla y pad termina rodeándose de Ede, Alice y Teyou para un final coral en torno a un mismo micrófono. Alice se queda cerca del frontman para cantar juntos una emocionante Pez Globo (que Xoel admite se convirtió en una de sus favoritas del nuevo disco). Para interpretar Cometa, el líder se pasa de la Epi a la SG, incorporando una armónica con soporte a lo Dylan-galaico, nuevamente secundado por Alice Wonder en las labores vocales. Todo fluye, corre el aire entre canción y canción.

“Llueve en mi silencio vagabundo” entona Xoel con la dinámica Dancehall (otra invitación irresistible para un baile súbito) que hace total contraste con la interpretación minimalista y profundamente emocionante de Joana, con su autor dejándose llevar en un arrebato vocal sublime, donde sus manos parecían dirigir una orquesta invisible.

La Espina de la Flor en tu Costado en modo acústico sirve de puente al momento Deluxe de la velada, con una revisión de Quemas, con Ede rompiendo la noche con quiebres vocales que hacen frontera con la copla contemporánea. En perfecta secuencia el grupo acomete la que posiblemente sea mi canción favorita de Xoel, Tierra, con Adrián Seijas cambiando sus labores, pasando de la batería a la guitarra acústica y el bombo. “Yo soñaba cada día poder alcanzar la playa” canta Xoel mientras muchos pensamos -atreviéndome a pluralizar- “yo soñaba cada día poder vivir nuevamente conciertos así”.

Pasamos página hacia el merengue puro y duro de Balas, que hace un año nos puso a dar saltos en el Price y ahora a dar palmas frenéticas en el Coliseum -ya Xoel bailaba por todos nosotros-. Catarata, otra de las selecciones del nuevo álbum, nos permitía disfrutar de la dulce voz de Teyou (que lujo de talentos jóvenes atesora López en su actual familia musical). Las impecables interpretaciones de Ningún Hombre Ningún Lugar y Lodo dieron el finiquito al setlist principal, acortado por las circunstancias y no hacía falta ser muy observador para darse cuenta que Xoel ardía de ganas por seguir con la fiesta, sin límite de tiempo.

La aclamación del público hace salir nuevamente a los músicos para atacar una Patagonia purificada en su estructura, preciosista desde su sencillez. Esto nos condujo a un final de traca con Tigre de Bengala, un banquete polifónico que se enriquece con la inclusión de algunos compases de La Bamba. Una salva cerrada de aplausos premió a los ejecutantes, confirmó a Xoel López como un as del directo, y se mantuvo en mis oídos cuando regresé a la realidad en la cual los conciertos han pasado de ser un bosque de oportunidades (antes) a puntuales paradas de caravanas en un desierto musical (ahora). Gracias Xoel López por refrescarnos en esta ruta por el páramo cultural en el planeta-pandemia.

Copyright © 2021 Ecos del Vinilo. Todos los derechos reservados. Prohibida la reproducción total o parcial sin previa autorización del autor.