Crítica | Enrique Bunbury: La oscuridad sanadora

Crítica | Enrique Bunbury: La oscuridad sanadora
Posible
[Warner
★★



[Ricardo Portmán] @ecosdelvinilo 

Si veo mi casa arder / la vuelvo a construir / y l vuelvo a perder / otra vez”: Así abre Enrique Bunbury una nueva etapa del viaje. Posible es la vista panorámica de algunos de los ángulos interiores del músico y de muchos de los parajes globales de los prójimos. Todos nos podemos sentir identificados con el que es uno de los discos más personales de su autor. Tiene matices de varias de sus obras y a la vez de ninguna; posee la desnudez de Pequeño, la búsqueda de Radical Sonora y el tiento lírico de Las Consecuencias, pero al mismo tiempo Posible es un ejercicio contemporáneo (y casi distópico) de la canción de autor. Son composiciones que hablan de la propia esencia de la música, pero desde rincones ignotos y a media luz. 

Posible hace honor a esa dinámica quizás inconsciente de Enrique de darle a sus discos pares (éste es el décimo) la pausa justa y el nervio del volcán apagado que rumia subterráneo. No es un disco fácil de escuchar, porque contiene visiones en modo de espejos infinitos. El tiempo, la atención y el despojo de ideas preconcebidas son los aliados de la escucha de estas diez canciones.

Cualquiera en su sano juicio (se habría vuelto loco por ti) abre con un ejercicio de electrónica y melodía en sociedad igualitaria, escoltando un aparente canto de amor pero que guarda algunos ases afilados en sus versos: Si ya no me pueden herir / Ni aliados ni ningún rival / Si ofendo por momentos al escuadrón / de la moral”. Hombre de Acción gira las perillas hacia el synth-rock, dándole alas al meta-manifiesto del superviviente, es la hermana renegada de En Bandeja de Plata, que se deja seducir por el saxo gutural.

Deseos de Usar y Tirar fue el primer single y se comprende esa deferencia: es el bolero sintetizado y la melancolía en la previa de la pandemia mundial que se acercaba. Evidentemente nada en Posible habla de esta maldita nueva normalidad, pero en una suerte de acto de augur del sonido, Bunbury ha acertado -nuevamente- en los acentos y verbos de los tiempos que corren. Estos días son como una escena onírica de Twin Peaks, donde no sabemos hasta que punto estamos despiertos. 

Mis Probabilidades (Interstellar) nos sacude la escarcha de los hombros con un ejercicio de cristalino space-rock entendido en los términos del cantante, quien nos habla y se habla a sí mismo desde una letra desnuda, sin más artificios que los propios de una pluma fina y certera: “Aunque me vaya siempre vuelvo” es una declaración de principios. 

Las Palabras, cuarto sencillo promocional, rompe con una lectura fronteriza con el trip-hop que dará mucha guerra cuando vuelvan los conciertos. Uno de los cortes más poderosos, en muchos sentidos, es Arte de Vanguardia, amenazadora como el depredador que avanza sigiloso. Su letra es de las más frontales del disco, y debo añadir que de las más apegadas a esta realidad cívica-incívica con la que tenemos que lidiar: “La gente es como es y no se hable más”.

Mariachi sin Cabeza nos descose con versos fieros y rampantes como “Equivocado pero convencido / inquilino de una soledad devastadora / correspondes a mis criterios estéticos, con la desesperación de un personaje trágico”, dejando dentro de un marco dorado el leitmotiv inevitable del solitario en la era de la distancia social.

Como un Millón de Dólares es la furia y el hartazgo de esa vida artificial que se mide en followers, quilates y selfies. Es el canto unfiltered que necesitábamos escuchar en la voz de un referente cultural: “Y perseguir el latido de un flash / la vida en Instagram / nacimos para brillar”. 

Indeciso o No es la elegante antesala en calma chicha del que es el mejor corte de Posible, el summum del presente y futuro cercano de Enrique Bunbury: Los Términos de mi Rendición, canción que nos abraza, nos arropa y lleva a lugares descarnados al abrigo del viento, pero sin condescendencias, porque nadie nos conecta tanto con lo terrenal como el aragonés: “Si sigo aquí / Tumbado en el parque / Me da la impresión / De que no me pierdo ya nada”. 

Sí, indudablemente cada nuevo álbum de Enrique Bunbury es un acontecimiento que va más allá de lo evidente. Estas canciones no son dianas para el play ni pasto del skip, son una corriente dinámica en la que dejarse llevar por sus palabras es un acto de acercamiento no sólo al artista sino a nosotros mismos. Posible es el disco necesario, es la sabia compañía que, desde su oscuridad, sana en muchos sentidos.








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