Crítica | Fiona Apple: “This world is bullshit”

Crítica | Fiona Apple: “This world is bullshit”
Fetch The Bolt Cutters
[Epic Records
★★



[Guillermo Rodero Larraz] @ecosdelvinilo | @GuilleRodero

No sé muy bien si esto es una reseña. Casi no sé muy bien ni lo que estoy escribiendo. El asunto es que pusieron en mis manos una responsabilidad de categoría. En las manos del recién llegado habían relegado la crónica del disco que ha conseguido el primer 10 en Pitchfork de la última década. Me había convertido en un amasijo de nervios, orgullo y agradecimiento. Era miércoles y me introducía en la primera de las muchísimas escuchas que haría del Fetch The Bolt Cutters de Fiona Apple

Antes de entrar en materia, debo confesar que prácticamente era un ignorante en lo relacionado con el mundo de Fiona Apple. Sé que muchos y muchas también los sois. No es una artista que ocupe portadas ni galas multitudinarias. De hecho, nos encontramos ante su quinto disco en más de veinte años de carrera, segundo en los últimos ocho. Recomiendo encarecidamente echar un ojo a su historia, aunque la sensibilidad pueda jugarnos una mala pasada. Con una biografía llena de dramas (abusos, trastornos y mucho dolor), la cantante representa, más que contracultura, la “contraindustria”. Para representar esa “contraindustria”, solo hace falta retornar a 1997. Ese año, durante la recogida del Grammy que ganó por Criminal, canción incluida en su primer disco, Tidal, una muchacha de 19 años que debutaba en una de los negocios más exigentes y sanguinarios de la actualidad, rezaba sobre el mismo: “This world is bullshit”. Si eso no es ir en otra dirección yo ya no sé.

Pero esto no es una biografía, es una reseña. Por tanto, a por el disco. 13 canciones lo conforman. 13 canciones que se entrelazan las unas con las otras, ejerciendo una red que a medida que avanzas, te va captando cada vez más. Comienzas no estando muy seguro de lo que estás escuchando, pero te va gustando y no lo sabes. De hecho, la canción que abre el álbum, I Want You to Love Me, nos sorprende prácticamente narrada, sostenida sobre un piano protagonista perfectamente tocado y unas percusiones agresivas y especialmente diversas, prácticamente tribales. Estos son dos elementos que nos acompañarán durante todo el recorrido y que terminaremos haciendo nuestros. Tras los gritos desquiciados (y desquiciantes) que cierran el tema, aparece el piano de Shameika casi sin esperarlo. La canción, que nos habla del bullying (algo que la artista sufrió de joven), es un constante juego de tensiones que se oscurece por momentos y donde cada sonido tiene su razón de ser. 



La tercera canción da nombre al disco y, en mi opinión, merecidamente. Representa perfectamente el espíritu general del disco. Aquí, Fiona Apple nos vuelve a mostrar una voz con ramalazos de soul que, en este caso, apenas acompaña con su maravilloso piano. Fetch the bolt cutters es una canción que nos habla de la liberación que desea la artista. Sobre todo, una liberación amorosa, de la que hablará durante todo el disco. De hecho, sin ir más lejos, el título viene a significar algo así como “Id a buscar unas tenazas”. Como detalle, la frase “Fetch the bolt cutters, I’ve been in here too long” me parece demoledora. Y sí, los perros de la cantante hacen de coristas. Y no, no hay ningún gato, es Cara Delevingne.

Ladies nos habla de la sororidad como solución y como refugio. Quizás, la más fácil de asumir desde el punto de vista musical. De nuevo, exhibición vocal acompañada de unos coros mudos de puro soul. For Her sube el ritmo y se salta toda medida rítmica. De hecho, es la voz la que marca los ritmos y sus cambios, dejando a los coros en una constante carrera por alcanzarla. La percusión se convierte en un mero acompañante que marca determinados puntos de la obra. 

En definitiva, un disco descomunal. Un disco donde encontramos un sonido muy poco convencional. Abandona en muchos puntos la música como mero disfrute y nos propone un desafío, un juego de sonidos y melodías que nos tendrá repasando sus canciones un tiempo. Un disco que nos permitirá ir más allá de lo puramente musical. Yo, por ejemplo, me lo imagino como una sala de estar donde Fiona está al piano y el resto de la banda (Sebastian Steinberg al bajo, David Garza y su guitarra y las percusiones de Amy Aileen Wood) se reparten por la estancia. Una estancia donde yo, sentado en el sofá y como mero espectador, intento acariciar a unos perros que ni me miran. Si ya os habéis decidido a escucharlo, poneos una copa y acomodaros. Vienen curvas.








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