Crítica | Stone Temple Pilots: El camino torcido y el árbol moribundo

Crítica | Stone Temple Pilots: El camino torcido y el árbol moribundo
Perdida
[Rhino


[Ricardo Portmán] @ecosdelvinilo | @portman918

Y los años le cayeron de golpe a los DeLeo y Kretz. No, no me refiero a su salud me refiero a su fuerza vital, porque Perdida es un disco que nació muerto. Es algo inesperado, incomprensible y muy triste como los mismos músicos que dieron al mundo discos tan fundamentales como Core, Purple o No.4 ahora puedan dormir tranquilos poniéndole el sagrado título Stone Temple Pilots a la portada de un álbum como éste, donde el árbol moribundo en la niebla quizás sea lo único totalmente acertado, reflejando con fidelidad lo que escucharemos. Y no vale seguir llorando por la ausencia/influencia de Scott Weiland, porque si bien la voz del malogrado frontman era la faz de STP el trío instrumental era el que componía la música, el que ponía el músculo cargado de sustain a hitos trascendentes como Plush, Vasoline o Interstate Love Song. Es una pena que Dean DeLeo decidiera enterrar viva a su Les Paul y se entregara a la acústica, privándonos de uno de los sonidos de guitarra eléctrica más característicos y personales de las últimas décadas. Y todo sea dicho: echarle la culpa a Jeff Gutt por este presente lamentable de la banda sería un acto de ventajismo barato. Nadie podrá jamás ponerse en los zapatos de Weiland. Punto y seguimos. 

El álbum contiene cuarenta y cinco minutos, que se hacen eternos en lo que es una extensa meseta soporífera. Para acortar la agonía empecemos por lo rescatable: El sencillo Fare Thee Well es una tonada agradable, con algo de alma y brillo; Three Wishes nos aporta aires a lo Zeppelin; I Didn’t Know The Time es un potable regreso a Shangri-La Dee Da. Hasta aquí el poli bueno, porque el resto del listado de canciones va de lo discretísimo a lo lamentable. Years es infinitamente edulcorada; She’s My Queen es un medio tempo en piloto automático, como si estuviera interpretado por maniquíes; Miles Away empalaga sin remedio con un triste arreglo estándar cargado de “pretensiones parisinas” y un cansino ritmo de vals; los tres últimos temas parecen hacer sido compuestos con una plantilla de generación automática de acordes-tipo: You Found Yourself While Losing Your Heart, I Once Sat At Your Table y Sunburst bien pudieron intercambiar sus títulos y casi nadie notaría el error ni la diferencia. Para el final dejo la canción con la que tocan fondo, ese horror latino que titula el disco, una canción digna para las reuniones de The Eagles y sus malditas congas (o como tema central de una telenovela mexicana) que es un insulto para el historial de una banda mítica por derecho propio. 

Stone Temple Pilots se han ganado el derecho a grabar lo que les venga en gana, pero hay límites peligrosos que se supone con la madurez ellos podrían ver con claridad. Con Perdida los STP se han desdibujado, desvirtuado, deshecho y sobre todo han roto el corazón de una masa de seguidores fieles que han crecido en su profunda oscuridad sonora. Allá donde esté Scott (arriba o abajo) se estará preguntando acongojado en qué punto se torció el camino de sus hermanos musicales y les ha llevado de ser considerados iconos generacionales a ser teloneros de Nickelback.  










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