Crítica | Kracauer: Velocidad y ritmo directo a la mandíbula

Crítica | Kracauer: Velocidad y ritmo directo a la mandíbula
Diferencia y Repetición
[Subterfuge Records
★★1/2


[Guillermo Rodero Larraz] @ecosdelvinilo 

El pasado 21 de febrero, en medio de una pandemia apocalíptica y, formando parte de un panorama musical todavía más difícil, aparecía el último disco de Kracauer, Diferencia y Repetición. Lo que empezó como un proyecto solitario de Juan F. Cerdá contra el mundo, ahora presenta una banda completa con Pablo Cerdá (teclados), Daniel Cano (bajo y coros) y Marcelino Navarro (batería). Una banda de amplias influencias y, según lo visto en este disco, de horizontes aún más amplios.

El disco comienza con De mierda, llena de guitarras sucias, un primer acercamiento a los sintetizadores ochenteros que nos acompañarán todo el álbum y un estribillo agresivo. 112 se viste con el mismo traje que la anterior, aunque se olvida de florituras y preciosísmos y nos da un tema más crudo y directo. Velocidad y ritmo, un directo a la mandíbula de 2:39.

En la tercera fila llega la que es mi canción favorita del disco. No exagero si digo que hacer esta reseña ha sido una bendición solo por descubrirla. Como Molly Ringwald recoge los sintetizadores que comentábamos y los usa de base para un tema pop-rock de buen ritmo y con un estribillo maravilloso. Me la voy a volver a poner, maldita sea.

Y aquí se rompe el disco. Se abandona todo lo anterior, se suben los sintetizadores y las baterías y se cambia de registro por completo. Las melodías de los sintetizadores al estilo Stranger Things o que nos recuerdan a la canción A Real Hero, con la que veíamos a Ryan Gosling lucir gesto serio en Drive, se hacen con el trono. Aún así, encontramos todavía guiños a un posible techno-pop, sobre todo en Lamentos y Herculine. Que para mí, recogen lo mejor de ambos mundos y hacen unas canciones llenas de lecturas. Por momentos, nos da la sensación de estar escuchando a Rufus T. Firefly, lo que me parece un éxito descomunal. Sin embargo, en Gaiden o Veneno, puede ser que la mezcla se despiste un poco y afloje en el mensaje, quedando un tema algo vacío y sin mayor huella en quién lo escucha.

Por supuesto, la maravillosa mano de Carlos Hernández Nombela se hace notar a lo largo de todo este viaje de 32 minutos. Lo hace cuando el sonido nos recuerda a los también murcianos Viva Suecia o a la banda bandera de la ciudad nazarí que son Los Planetas. Ambos con enormes dosis de melancolía en sus canciones. Como en este disco, donde se nota trabajo, tesón y mucho cariño por la música. Así que, por favor, apostad por bandas emergentes como esta y por su trabajo. Que como decía al principio, el virus ese es complicado, pero el panorama musical español lo es más.







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