Crítica | Ballena: Con credenciales de disco grande

Crítica | Ballena: Con credenciales de disco grande
Odisea Ballena
[Subterfuge Records
★★


[Ricardo Portmán] @ecosdelvinilo 

El temido segundo disco. La confirmación del fenómeno o del golpe de suerte. Con Navarone Ballena tuvieron un disco debut de ensueño, poderoso, de pegada rauda, pero claro, una de las maravillas de los discos iniciales es que suelen incluir temas compuestos en un tiempo muy prolongado. En el trabajo que le sigue es donde se le ven los colmillos al lobo, pero regresando a lo dicho líneas atrás, Odisea Ballena es efectivamente la reafirmación del proyecto, la maduración en barrica de roble de una banda sólida y fascinante que no ha dejado nada en manos de la suerte.

El contenido de Odisea Ballena destila crecimiento, alejándose de la pirotecnia fácil o el continuismo. Los cuarenta y dos minutos de los once cortes del álbum son el retrato fidedigno de un grupo que se sabe manejar con movimientos ágiles en las aguas agitadas de la adulación post-Navarone. 

Veritá rompe el canon del hit abridor: Es una caricia midtempo, una nana paternal a lo Beautiful Boy en blanquiazul malagueño. El Conjunto es el hit instantáneo, el single bandera y también el canto que genera identificación, a la vez que impregna los algodones con la esencia eléctrica de rock anglo que es seña de Ballena; muchos hemos sido -en algún momento- esa figura que no pide perdón. La Fiesta de Iniesta pone el pie sobre el acelerador, nos carga con arpegios y responde a la pregunta de “¿cómo sería de mayor Aerobic Cristal?” de su primer álbum Navarone: he aquí la respuesta. Valora Tu Surf recorta la marcha con elegancia y Jalocos recupera la trompeta como instrumento diferencial (ya dio su color metálico a El Policía del Estilo) y es el primer corte de este disco donde se utilizan -de una forma cauta- secuencias reminiscentes a la música popular española, desembocando, en el cuarto final, en el soundtrack polvoriento del lado sur del Río Grande. Torre Descontrol cierra la cara A (si se escucha en la preciosa edición en vinilo rojo) con la mejor pista de batería de Odisea Ballena, que yendo más allá, termina por ser la composición con la estructura rítmica más compleja del elepé. Esta es la gran joya oscura del segundo capítulo de la discografía de Ballena.

Demosgracia rompe los fuegos de la cara B y lo hace con un creciente ejercicio de clase melódica, coros cargados de nocturnidad y la más que bienvenida textura crepitante de la percusión. Rey de Redes va de rock sincopado y de franca crítica a la vida artificial que se exhibe en las redes sociales, donde aunque te canten “sé malo y húndele” al final del camino nos queda el evangelio pop de Mecano en el canónico “Déjalo ya, sabes que nunca has ido a Venus en un barco”. Pesto Genovese nos recibe con el wha-wha en lo alto y una letra agridulce tras el redoble alegre y elástico. Niágara carga de entrada con un fugaz distort que sirve de abreboca para la letra cargada de un amor trascendente: “Me alegro, al fin has sido tú. Siempre fuiste tú” clausura la canción y es transparente la sincera carga emotiva en la voz de Miguel Rueda. El Fruto despide el disco con un exquisito despliegue de coros que se pierden en la lejanía del espectro.  

Donde Navarone deslumbraba a la primera reproducción es el mismo lugar donde Odisea Ballena cala, escucha tras escucha, hasta convertirse en un álbum con las credenciales de disco grande. La frase que finaliza Veritá, “Todo el Mundo está pendiente de ti”, nos sugiere que ellos, Ballena, a su manera, son conscientes que están muy por encima de las tensiones que generan eso que llaman ‘expectativas’.  







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