Bruce Springsteen: Hiding on the backstreets

“Las emociones y la conciencia siempre han sido el plus y el ultra de Bruce, un artista concientizado en el dogma de una ética enfervorizada”


[Ricardo Portmán] @ecosdelvinilo

De dimensiones continentales es el cancionero de Springsteen, con tantos ochomiles que es imposible encontrar esos espacios llanos llamados a tener indiferencia. Las emociones y la conciencia siempre han sido el plus y el ultra de Bruce, un artista concientizado en el dogma de una ética enfervorizada, siendo estricto en la tendencia a mantenerse alejado del oro rápido del mercenario de la FM; incluso en sus obras menores se nota la aguja que cose fino, que no da puntada por darla. 

Dentro de su riquísima colección de himnos, hay una canción que desde la modestia, incluso desde la oscuridad de los secundarios al final de la cara A del Born To Run, brilla como el gran manifiesto pasional de Springsteen: Backstreets. 

Roy Bittan abre al piano y el órgano, con un majestuoso preludio de un minuto donde ya queda clara la esencia melódica de la canción. Este tibio arrullo, como no podía ser de otra manera, muere en la poderosa entrada de la banda al completo, un figurado manifiesto de garra de clase obrera sin mañana. Las influencias ahí están, palpitando subliminalmente desde el Positively 4th Street de Dylan, y el dolor por una amistad rota -según Bruce de esto va Backstreets- que se percibe en las estrofas es sincero, hasta lacerante. Lo de que Terry -el/la protagonista de la letra- reflejaba una historia sobre una relación homosexual quedó aclarada cuando en la gira de Darkness on the Edge of Town el músico se refería a Terry en femenino. Duda aclarada.


Grabada entre mayo y julio de 1975, en el Record Plant de NYC, Backstreets es la cruda confirmación de Bruce Springsteen como líder y obrero de su carrera musical, encargándose desde la Telecaster de frasear respuestas a su relato, haciendo contrapunto a Max Weinberg a la batería y Garry Tallent al bajo. Mientras tanto, Bittan fluía libre, reafirmándose como el as instrumental de la canción.

Tras la trágica muerte del eterno tecladista de la E Street Band, Danny Federici, fue Backstreets la primera canción que se interpretó sobre un escenario, el 22 de abril de 2008, no siendo esta una casualidad, porque se trataba de un exorcismo ante el dolor y la pérdida; la amistad Bruce-Danny se interrumpía en el plano material, pero el compañero caído seguiría sobre las tablas en otros planos, especialmente presente entre las notas del piano de apertura.

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