Junto con Pequeño, el disco más determinante de la discografía del aragonés
[Ricardo Portmán] @ecosdelvinilo
El disco como artefacto sonoro paradójicamente no debe toda su aura a la música; también el momento y la historia aportan ese factor intangible que hace de un álbum una estampa atemporal. Hellville De Luxe, que acaba de cumplir diez años de su lanzamiento, contiene estas esencias musicales y extra musicales, ocupando un nicho primordial en el calendario de aquel Enrique Bunbury renacido, fortalecido y bramante, preparado para arrasar el territorio que dejó vacante tras un periodo errante y catártico tras la noche de Cambrils.
Regresemos atrás. El Viaje a Ninguna Parte, editado en 2004, sacó hasta la última sílaba del fuero interno del artista, vaciándole en un tiempo que no andaba muy rebosante de motivos para continuar con las estructuras de El Huracán Ambulante, su grupo casi intacto y expandido desde Radical Sonora. La temporada posterior a la finalización del Freak Show terminó encontrando a Enrique y Josegirl en Cuba, lamiendo sus heridas emocionales y limpiando de ideas preconcebidas sus procesos creativos.
El Tiempo de las Cerezas significó el estiramiento de su, para entonces, entumecido músculo musical, redescubriéndole el placer del directo en el Liceu y acercándole al germen de los Santos Inocentes. Rebenaque y Suite se suman a Gacías para formar la falange de Bunbury. Enrique trasladó sus cuarteles permanentes al Puerto de Santa María, llevando con él las vibraciones perfectas para volver al rock n’ roll. En mayo de 2006 empezó la gestación de Hellville De Luxe.
En un acto de clarividencia se llamó a Phil Manzanera para producir lo que bien pudo dirigir Enrique, pero el cantante, cauto y sensato, decidió concentrarse en lo artístico, dejando en manos amigas lo técnico. Ya contando con Robert Castellanos al bajo y Jordi Mena a la guitarra el trabajo de enlatar la nuevas ideas tuvo su pistoletazo en salida en marzo de 2008 en el estudio donde grabó su mítico Flamingos, los Music Lan en Avinyonet de Puigventós. Tres meses después estaban listos los 54 minutos 44 segundos de su reinvención.
Ya había ruido de armas en los medios y boca a boca a destajo, pero no fue hasta la presentación de El Hombre Delgado Que No Flaqueará Jamás el 20 de agosto de 2008 en Rock & Gol cuando todas las luces apuntaron al unísono al Enrique Bunbury más fibroso que se recordara. Polémicas no faltaron por temas líricos (que no vienen al caso por infundadas y hasta ridículas), pero no debe esto nunca ensombrecer un cancionero incomparable, combustible de alto octanaje para el motor de un Greatest Hits.
Cuando el 7 de octubre de 2008 se hace público Hellville De Luxe se abrió una nueva etapa para Bunbury, no mejor que su andadura entre Radical y El Viaje pero si diferente, más terrenal, incluso más emocional desde la madurez, contando con la que con seguridad es la banda que mejor ha interpretado los efluvios del maño. Los Santos Inocentes son los Heartbreakers de Bunbury y como tales se han ganado un lugar en el imaginario popular del rock patrio.
Conforme se lanzaban singles y videoclips crecía la onda expansiva del incendio, dejando con un palmo de narices a los críticos habituales (la policía de lo correcto) ante una evidencia irrefutable: Hellville es la piedra angular no solo de la obra individual de Bunbury, sino también de una forma orgánica de concebir el rock en español desde la raíz anglosajona, sin necesidad venderse al mejor postor.
El Hombre Delgado Que No Flaqueará Jamás, Porque Las Cosas Cambian, Bujías para el Dolor, Si No Fuera Por ti, Hay Muy Poca Gente, El Porqué De Tus Silencios, Doscientos Huesos y Un Collar de Calaveras, Irremediablemente Cotidiano, Canción Cruel, Todos Lo Haremos Mejor En El Futuro y Aquí son la viva representación del alma rock y el espíritu de carretera, estableciendo el baremo para todo lo que Bunbury publicaría posteriormente, porque Las Consecuencias, Palosanto y Expectativas deben muchas de sus aristas, enunciados y profundidades a este disco del que se cumple una década, prodigiosa y fértil, que hoy sigue corriendo hacia un futuro inmejorable para el artista y sus seguidores.
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