No Code: alfa y omega de Pearl Jam

Su disco más honesto y controversial bajo la lupa
[Ricardo Portmán]

«No Code, básicamente, significa que no hay libros de reglas, sin límites y sobre todo, sin miedo… es abrupto en sus cambios de humor casi hasta el punto de vértigo«. Así describió David Fricke de Rolling Stone al disco maldito de Pearl Jam al momento de su lanzamiento en 1996. No Code se considera como la frontera entre los seguidores de PJ que se quedaron en el grunge y los que al igual que la banda, miraban hacia adelante.
El artefacto sonoro sucesor del Vitalogy (descrito como un Pretzel sin sal por el cuadriculado crítico David Browne de Entertainment Weekly) rompía en plena conciencia y conocimiento de causa con todo lo que había hecho la banda en sus tres primeros discos en busca de su propia evolución artística. La rockstar-way-of-life en la que muchos de sus colegas caían no les atraía y precisamente ese fue uno de los motivos de la salida de su baterista Dave Abbruzzese cuatro meses antes del lanzamiento de Vitalogy. Dave quería fiestas, mujeres y diversión sin culpas mientras el cuarteto Vedder, Gossard, Ament y McCready quería crear fuera de la parafernalia comercial.
Ya con el viejo amigo de Vedder Jack Irons en la batería, Pearl Jam se dedicó a componer y grabar sencillamente lo que quisieron. El sonido experimental y profundo de cada track denotaba que PJ era mucho más que un grupo de advenedizos colgados del faldón del movimiento grunge. Las sesiones fueron tensas, lo que es lógico cuando se pasan por estas radicales variantes sonoras, que suelen ser las ramificaciones de los demonios internos de sus creadores. Tantas fueron las disputas que Jeff Ament dejó el grupo temporalmente. Los pacificadores entre tanta carga emocional fueron su productor de cabecera Brendan O’Brien y el bueno de Jack Irons. Vedder abrió el tarro de las esencias como letrista, sumergiéndose en la espiritualidad y la introspección como leit motiv de sus estrofas.
La tensa calma de Who You Are, el garage rock de Habit y Mankind, la sutileza acústica de Off He Goes, el paroxismo de Lukin, la potencia contenida de Smile. Nada se echa en falta en No Code. Un repertorio que, dicho sea de paso, no fue comprendido por la gran masa de seguidores iniciales pero que fungió de saludable filtro. Atrás quedarían los fans histéricos, esos de los que Eddie Vedder rehuía constantemente.
El variado contenido del disco encontró su complemento en la presentación gráfica de su portada y libreto. Vedder, Ament y McCready tomaron una ingente cantidad de fotografías con sus Polaroids, utilizadas a modo de collage. La combinación de las 144 fotografías de 2×2 centímetros formaban, vistas de lejos, el logo del álbum (un triángulo con un ojo insertado).
A pesar de la fría acogida inicial, tanto por el público como por la crítica, No Code fue el último álbum de Pearl Jam en llegar al primer lugar en Billboard en el siglo veinte. No volverían a debutar en el número uno en las listas hasta el Backspacer de 2009. Vendió 366.500 copias en su primera semana (menos que sus dos primeros trabajos en sus correspondientes lanzamientos) y terminó siendo uno de los discos más vendidos de 1996.
El tiempo se ha encargado de colocar en su justo lugar a uno de los discos más honestos producidos en los últimos tiempos. Pocos grupos han apostado tanto por su propia integridad y evolución como Pearl Jam con No Code. Para unos es el omega de los creadores de Even Flow, Jeremy y Black; para otros es el alfa de lo que estaba por venir en la carrera de PJ. Discrepancias aparte, no se puede negar la importancia de este álbum para una de las últimas bandas históricas del rock. Puso a pensar a muchos y ese es el mejor de los resultados para Vedder y compañía. Su escucha hoy en día sigue emocionando.

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