Crónica de una despedida anunciada

«No hace falta que Chuck Berry continúe tocando, su obra maestra está culminada y reconocida…»




Por Jéssica Signoretta

Fotografías: Ignacio Arnedo

¿Cómo decirle a un emblema de la música de 86 años qué tiene que bajarse, ahora sí, de los escenarios? Chuck Berry parece todavía, no admitirlo.

En medio de su gira de despedida por Latinoamérica, Chuck Berry se rehúsa a dejar de ejecutar su creación. Es que claro, ¿si el rock and roll es inmortal por qué no puedo serlo yo? Sin embargo, el punto radica en el detrás de la despedida. Chuck está realizando dicha gira con su hijo, guitarrista, Chuck Jr. y su hija, cantante, Ingrid. Quienes parecen pasear a Chuck como un objeto para poder aumentar sus ingresos.

Sonará en términos generales, casi una acusación, pero es la sensación que deja. Es algo doloroso ver al primer guitar hero de la historia, que alguna vez retó a Keith Richards por no hacerle caso al comprender que, para él, un pifie en un nota era un puñal, no poder tocar una canción completa con su eterna compañera, la guitarra, porque su memoria no recuerda los acordes. Sin dejar de mencionar las letras.

Vuelvo al punto. Emprender una gira y estar setenta y cinco minutos en un escenario frente a miles de personas, caminando y cambiando de instrumentos varias veces, estando en la vejez es meramente admirable. Sin embargo, a las leyendas hay que cuidarlas. Cuidarlas, como ellos cuidaron sus logros. Cuidarlas, en el momento de la vida que no pueden cuidarse por sí mismos completamente.

No hace falta que Roll Over Beethoven, School Days, Sweet Little Sixteen, My Ding-a-Ling, el riff inicial de Let It Rock, Reelin’ and Rockin y Johnny B. Goode (por mencionar algo) suenen en cada rincón del mundo por su creador para terminar de convencerse de la magistralidad que presentan sus composiciones.

Chuck Berry se presentó perdido, sus hijos tenían que estar todo el tiempo diciéndole qué tenía que hacer, y cuando entendía qué canción seguía, comenzaba tocando otra. El respeto es lo primordial. Esta nota remitirá en su mayoría a la subjetividad palpable, pero quizás la música está viviendo una época donde sus creadores y sus mayores exponentes tienen que dar, involuntariamente, un paso al costado. Quizás ya es hora que quienes los escuchamos homenajeemos a quienes crean. No hace falta que Chuck Berry continúe tocando, su obra maestra está culminada y reconocida. Duele ver, como lo pasean como si no estuvieran seguros de cuánto es estimado por el mundo, al punto tal que no pueda realizar su famoso paso.

Chuck Berry es solo un ejemplo. Este escrito vocifera la presión de una industria musical que no sabe diferenciar el artista que tiene en frente. Existen formas de devolverle todo aquello que nos hacen sentir a quienes seguimos, imitamos, y anhelamos en la vida. Seguramente llegó el momento de empezar a pensarlo. Chuck Berry no tiene que demostrarle a nadie lo grande que es, sin embargo, a pesar del momento de su vida en que se encuentra, demostró en su gira, que siempre termina dando más de lo que tiene. 



Jéssica Signoretta
Periodista especializada en música.
Colaboradora exclusiva de ecosdelvinilo.blogspot.com
Argentina
sintoniamericana.blogspot.com

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