Crítica | Lenny Kravitz: El Sugar Daddy del Rock

Crítica | Lenny Kravitz: El Sugar Daddy del Rock

 


[Anna Cancino] @ecosdelvinilo

Guitarras furiosas, baterías que vuelan pelucas y efectos sonoros le imprimen brillo, fuerza y personalidad a los doce tracks que componen el último trabajo discográfico de Lenny Kravitz: Blue Electric Light

Grabado íntegramente en su propio estudio en las Bahamas, Kravitz potencia facetas que ya conocíamos. Por un lado, su costado rockero que nos transporta a recordar ciertos clásicos como ‘Are you gonna go my way?’, ‘Fly Away’ o ‘California’ y a su reminiscencia a ‘Let love rule’. No es en vano observar el regreso de su distintivo look de rastas largas, como hacia fines de los años ochenta. Su estética combina con la sonoridad de su nuevo material. Lenny se muestra ambicioso y también pretende conquistarnos con su estilo romántico, minimalista y un toque seductor que se evidencia casi en todas las canciones. Destaco el clímax que genera ‘Honey’ y ‘Stuck in the Middle’ las propuestas más tranquilas de su duodécimo álbum de estudio. Los riffs y momentos de solos instrumentales son un sello distintivo en Blue Electric Light. Me resulta inevitable percibir la influencia de David Bowie y en ciertos acordes como los de ‘It ́s just another fine day’ (el tema de apertura con más de seis minutos de duración), ‘Paralyzed’ o el ya conocido single ‘TK421’, me parece estar escuchando al gran Gustavo Cerati. Basta con prestar atención a la intro y puentes musicales que tienen dichas canciones para rememorar al gran músico argentino. ‘Bundle of Joy’ es el track más ochentoso de la playlist. ‘Let it ride’ bien podría ser la banda sonora de una película de ciencia ficción o de espionaje. Con la presencia de efectos especiales y un aura de misterio, esta canción es una joyita. Atrapa desde el primer segundo. Mi elegida es la que cierra el disco, la homónima del álbum. La melodía es fascinante y envolvente. 

Pasaron seis años desde ‘Raise Vibration’, el antecesor de Blue Electric Light. Y si retrocedemos aún más en el tiempo, canciones como ‘The Chamber’ o ‘New York City’ (pertenecientes a ‘Strut’) vaticinaban el espíritu electrónico que se hace presente en sus nuevas canciones, pero ahora de una manera más profunda e intensa. El cantante norteamericano le habla con frecuencia al amor y a los encuentros apasionados. Y no se avergüenza de ello. Frases como “La ropa que vistes y el olor de tu pelo”, “Nena, sin tu amor estoy perdido”, “Ven, toca mi cuerpo, siente el ritmo, empújame más cerca” se destacan entre sus letras. Kravitz le habla también a la humanidad y a problemas sociales como en ‘Human’, uno de los temas promocionales que hacen referencia a la importancia de saber que no estamos aquí para siempre y de aprovechar cada momento como si fuera el último. Pero el amor es, sin dudas, el eje recurrente. 

Blue Electric Light (B.E.L) tiene una duración de 55 minutos. Casi una hora para disfrutar de composiciones que gustarán mucho a sus fanáticos y llamará la atención a quienes no lo escuchan con frecuencia. Lenny deja entrever una soberbia pretensión que en realidad no le cuesta: enamorar con su voz casi en modo susurro, pero, al mismo tiempo ofrece un sonido ideal para viajar en ruta, arrancar el gimnasio o planear una cita romántica. Kravitz es astuto: pensó un disco para cada situación de la vida. Es consciente de su desparpajo. Tiene 60 años, pero habría que restarle unos veinte. 

Es un álbum para recomendar, sobre todo, para contagiarse de energía y buena onda. Dos ingredientes que le sobran a B.E.L. Además, la combinación entre rock, funk y electro funcionan de una manera explosiva. Tracks con mucho power que impiden quedarse sentado. Por lo menos, los piecitos y las melenas se mueven instantáneamente. 

Lenny, según pasan los años 

Lenny, por momentos, pareciera no ser consciente de la excelente dupla que consigue entre el rock y la sensualidad. De hecho, hay una anécdota sobre ello. Hace unos cinco años, en una rueda de prensa, una periodista colombiana le confesó: «Para mí eres un cantante sensual«. Al escuchar esto, la reacción del músico fue una sonrisa inmediata y un modesto «muchas gracias«, a lo que añadió que la música puede transmitir sexualidad y sensualidad o espiritualidad y humanismo al mismo tiempo, pero siempre, el ingrediente principal de sus composiciones es el amor. Es que Lenny, es eso: amor y calidez. Y es por ello que logra trascender. Nuestros oídos fueron cautivados con la cadencia sugerente que transmiten clásicos como ‘Stillness of heart’, ‘If I could fall in love o aquella canción que no formó parte de ningún álbum de estudio, pero fue incluida en un Greatest Hits: ‘Again’. Un himno capaz de revolucionar hormonas y provocar reacciones físicas instantáneas y casi, inevitables. 

También hemos sido presos de un estilo suave y acogedor con sus mágicos ‘Can’t get out of my mind’, ‘If you can’t say no’, ‘Believe in me’ o ‘Heaven help’. Su carácter rebelde se deja ver en ‘Dig in’, ‘Always on the run’ y un glam rock en ‘Fly away’, ‘Lady’ o ‘Low’. 

El deseo de ser famoso nunca formó parte de su caja de sueños. Sin embargo, su extensa carrera le permitió obtener, recientemente, una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood. El niño Lenny sólo aspiraba a ser músico sin afán de protagonismo ni affair de superioridad. Su constante perfeccionismo le ha retribuido grandes satisfacciones en su trayectoria musical. En su último trabajo, se respira a un Kravitz emancipado. Un artista que quiere seguir sembrando semillas rockeras y que apuesta a continuar demostrando su abanico de versatilidad sonora. “Uso mis dones para ampliar el amor”, dijo Lenny hace unas semanas en un canal de TV. Esta última producción, le costó años de trabajo e inspiración que dieron sus frutos en un disco que, para su autor, se siente como “estar arriba de una ola que está despegando”. Entonces, habrá que surfear su mar, una vez más. 

Calificaría a este disco con un 10, pero le resto un poco. Sólo un poco. Quizás el desborde de buen rollo sea el único motivo por el cual no le otorgo la máxima calificación. Si estamos acostumbrados o si esperamos encontrar a un Lenny en modo tranqui, no es el disco indicado para ello. Los tracks están dotados de una vitalidad y sobredosis de fuerza. Volvió Kravitz y lo hizo de una manera arrolladora. Y un detalle no menor: en cuatro meses, se presentará en Argentina. La expectativa es grande, tanto que una fecha no fue suficiente. Sus fans lo esperan con ansias y en menos de dos horas, agotaron los tickets de las dos presentaciones que se llevaran a cabo el 27 y 28 de noviembre. Es la excusa perfecta para ponerse a tono con sus nuevas canciones, aprender las letras y empezar a prepararse para lo que será una fiesta de la manera que sólo Lenny sabe hacerlo: a puro fuego. 

Sobre la autora de la crítica:

ANNA CANCINO: Licenciada en Periodismo, una apasionada de la música y de la radio que se hace eco desde Argentina.

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