Crítica | Ricardo Portman: Desnudo ante el tambaleante equilibrio de la vida

Crítica | Ricardo Portman: Desnudo ante el tambaleante equilibrio de la vida


 


[Andrea Colino] @ecosdelvinilo | @andreaacolino

Hay una cortina sedosa y traslúcida, ondeada por la brisa de una tarde de verano. Que sin darte cuenta hace (irónicamente) de escudo entre el abrasante calor de agosto y tu oasis de descanso (tu salón). Esa cortina que parece simplemente existir, en realidad está desafiando las leyes del poder. Baila sutilmente entre un mundo y otro, permitiendo que estos se mezclen en su presencia. Esa cortina es Ricardo Portman con Turpentine, bailando descarado e inteligente entre el optimismo y el cinismo de la vida. 

En su disco más honesto, como él mismo indica, Portman recorre un camino arduo, orgánico y sin filtros en el que, canción a canción, melodía a melodía, redescubre la realidad de la experiencia humana. Destapa la belleza de ese “tira y afloja” entre lo dulce y lo amargo que todos habitamos. Y lo hace como quien se echa un cigarro: pausadamente y sin darse cuenta. Esa es su humanidad hablando entre versos y acunada por punteos al más puro estilo americano. 

Con sus sonidos nostálgicos y manchados por los más grandes, Ricardo abre su tercer LP Turpentine con Up In The Air, un tema que ya nos avisa de lo que será el disco; un homenaje honesto a su pasión por un folk real, desnudo y cálido, pero en esta primera canción con un guiño macarra que aparecerá poco a lo largo del álbum. Muy rock ’n roll

Continua con The Hardest Law y Run And Hide Again, donde escuchamos, como en el tema de mayor corte blues del disco Goodbye Poison Friend, el apoyo atmosférico y melódico que el sutil uso del piano, el órgano o el Wurlitzer aportan. También presente en Smith, este es un soporte que no es omnipresente, sino suficiente para llenar los pequeños huecos que un proyecto enteramente acústico no puede evitar tener. 

Deep Inside y Belong son, para mí, el mejor ejemplo sonoro de lo que Turpentine supone para quien lo escucha: esa mezcla perfecta entre sonrisa y lágrima. La primera te induce a una sensación ambigua y agridulce sobre las vueltas que da la vida, pero te reconforta gracias a la calidez de la composición. La segunda, algo más acallada, tiene ciertos giros melódicos ligeramente más nostálgicos, pero también encapsula ese equilibrio. Por ello resulta Turpentine tan inteligente, porque baila entre el bien y el mal con los pies en la tierra. Baila en lo real, y eso siempre mola. 

Entre las dos anteriores se encuentra Sweet like Turpentine, alegre y con uno de los pocos solos eléctricos del disco. Eléctrico, que no electrizado. Un sonido rudo y oxidado, en el mejor de los sentidos, que aun realizado con una guitarra eléctrica conserva la naturalidad de una acústica, como si esta fuera algo más punzante. Una elección de tono interesante y me apostaría a que muy consciente, que no desentona en absoluto con la naturaleza tan orgánica del disco. 

Slide On It, como Up In The Air, es algo más canalla que el resto. Y eso que la instrumental no puede ser más stripped back; una acústica muy bluesera y algún que otro punteo eléctrico de fondo (por supuesto, con su tono especial), pero aquí donde brilla la actitud de Ricardo es en su voz. Muy libre, abierta y sinvergüenza. A continuación toca End Of Love, que lo tiene todo. El riff americano, la voz ronca, la armónica, las segundas y terceras voces, y el punteito eléctrico. Un ejemplo perfecto de todos los recursos que enriquecen al folk. Y de cómo usarlos bien, por supuesto. 

Y por último, Song For Gus, un homenaje a la leyenda de la música argentina Gustavo Cerati, que cierra el disco rápidamente y con respeto, con un punteo eléctrico encabezado por tres notas que respiran Soda Stereo. 

No hay otra manera de describir Turpentine que no sea llamándolo humano. Es real, y su intención es dejar claro que hay vida en y tras él. Una misión que Ricardo Portman cumple, mientras se acerca sigilosamente hacia su destino: un estilo personal e intransferible definido por la presencia de honestidad y la carencia de adornos estrambóticos innecesarios. 

Sobre la autora del artículo:

ANDREA COLINO: Inspirada, apasionada, bastante intensa y aprendiendo a compartir todo ello con el mundo. – @andreaacolino | @andreaacolinoph

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