Crítica | Viva Belgrado: El grito desesperado de genios en desilusión

Crítica | Viva Belgrado: El grito desesperado de genios en desilusión

 


[Andrea Colino] @ecosdelvinilo | @andreaacolino

Elena Observando la Osa Mayor fue el primer single que los cordobeses Viva Belgrado decidieron sacar como preludio a su cuarto álbum Cancionero de los Cielos. Un tema sin guitarras, firmado por los maestros del post-hardcore a este lado del charco. Una sorpresa, que no por inesperada fuese negativa, pero que desde luego me dejó en vilo, e incendió en mí una mecha de incertidumbre: ¿cómo habrán llegado aquí?, ¿qué será lo siguiente?, ¿por qué han sacado este tema primero? Pero en ningún momento pensé “ojalá no lo hubieran hecho”.

También pensé que seguirían tirando del hilo de plata con el que Elena Observando la Osa Mayor había sido bordada, escarbando por el mismo camino a ver si encontraban oro, y habiendo escuchado el disco al completo sé que lo intentaron. Pero no puedo evitar sentir que no han llegado a conseguir el más puro de los tesoros. Todavía.

Viva Belgrado siempre han sido sorprendentes y viscerales. Pero con este álbum le han dado más rienda a su lado sorprendente, y menos al visceral. Y les siento algo en desequilibrio. Después de Bellavista (2020), Viva Belgrado ya habían cambiado en mis ojos. Como es humano, habían crecido, pero lo hicieron sin perder su chispita: esa esencia canalla y melancólica que les ha acompañado en sus 10 años de carrera. Con ese tercer álbum siguieron, más elegantemente, rompiéndome el corazón, que es la razón por la que empecé a escucharles en primer lugar. A Cancionero de los Cielos le está costando llegar tan hondo.

Ahí va la cuestión: ya no sé si soy capaz de volver a emocionar con una canción” es como Cándido Gálvez (cantante y letrista de la banda) abre el disco. Son esta desilusión y desconfianza las que contagian el disco. Ellas son el corazón del disco, son su pulso. Y mientras lo hacen extremadamente profundo y crudo, en ocasiones también lo convierten en una versión algo aguada de lo que Viva Belgrado son. Porque no han dejado de ser; siguen siendo, pero han perdido fuelle. Como en el caso de Gemini: si Ulises (2016) y Bellavista (2020) hubiesen tenido un bebé, este tema sería su versión light. Es decir, ni por asomo malo, pero sí desinflado.

Líricamente, Cancionero de los Cielos es una obra de arte, como era de esperar. Es un vómito de reflexiones sin censurar articuladas de manera inteligente, estética y real. Es pura magia. Estilísticamente, es un disco diverso e interesantísimo. Desde baladas limpias y aterciopeladas como Nana de la Luna Pena, con el suave susurro de Sara Zozaya acompañando, hasta hardcore mezclado con un bis de ritmo latino al contrabajo en El Cristo de los Faroles. En Chéjov y las Gaviotas, Ángel Madueño se marca una de las líneas de bajo más chulas de su carrera, y en Vernissage tanto él como Álvaro Moreno clavan cambios de tempo muy complejos que le dan un groove único al tema y le ponen así el sello de la banda a una canción que de otra manera podría haberse quedado en una canción triste más.

Estructuralmente, el disco es espectacular. Está diseñado con una precisión de reloj suizo, y terminar con Perfect Blue seguida de Un Tragaluz es una combinación poderosa. Ambas canciones muy completas y sin faltas que dejan buen sabor de boca tras haber escuchado un gran disco, aunque no el mejor de la banda.

Por eso desde mi punto de vista más personal, Cancionero de los Cielos es una genialidad gritando desesperada por salir de la caja en la que conformistas la han metido. Y Viva Belgrado rugen con ella. |

Sobre la autora del artículo:

ANDREA COLINO: Inspirada, apasionada, bastante intensa y aprendiendo a compartir todo ello con el mundo. – @andreaacolino | @andreaacolinoph

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