Rockin’ Books: Lento y Salvaje – Ricardo Lezón

Rockin’ Books: Lento y Salvaje – Ricardo Lezón

“En el papel no está impresa la fútil distracción de la autoindulgencia. Esto es realismo de trinchera”

[Ricardo Portman] @ecosdelvinilo | @ricardoportman_ 

Listo. Leído está ‘Lento y Salvaje’ de Ricardo Lezón. Tras dejar atrás la página doscientos cuarenta y seis ya no puedo simplemente decir ‘Ricardo Lezón, cantante de McEnroe’, porque sería algo simplista, una expresión vacía y rácana. Sí, la banda-madre planea en vuelo sin motor por los párrafos del libro, pero habitan muchas más emociones (no sin algunos zarpazos) en la dermis de unos capítulos que no quieres que terminen nunca.

Siento que ‘Lento y Salvaje’ funciona como lo haría una mente humana. No me refiero a que surja de una, sino a su íntima dinámica, que se expande y se contrae, remonta picos, guarda silencios o grita con desesperación, todo en cuestión de segundos, en modo reactivo: Los saltos temporales, las situaciones límites, las revelaciones y hundimientos que asoman -y se esconden- en el relato. Ricardo nos lleva a su desván y sus soledades, a su máquina memorial (welcome, my son, welcome to the machine, suena mientras escribo esto). El ejercicio de inventario personal triunfa clavando la bandera donde debe: en la propia vida del lector.

Con un ritmo orgánico, un estilo elegante, una descriptiva desnuda y en la antípodas de los lugares comunes, ‘Lento y Salvaje’ hace de navaja suiza con la que el propio Lezón rasga sus vestiduras hasta la desnudez, desmitificando un arsenal de tópicos y retirando el velo sobre el origen de canciones que nos dan la vida, colocándonos en una posición de privilegio frente a un ser sensible e imperfecto. Lo que transmite Ricardo Lezón es claridad desde la penumbra, una transparencia inequívoca, tanto si canta como si escribe. En el papel no está impresa la fútil distracción de la autoindulgencia. Esto es realismo de trinchera.

Ahora que retomo esta sección llamada Rockin’ Books caigo en que la primera canción de Ricardo, “No me gustan los Stones”, se refiere a su pretérita antipatía por el rock (ahora algo menos, tal como me confesó en una charla reciente) y su necesidad de algo más en lo musical. Su amor por los sonidos underground, por lo poco o nada evidente, es una proyección de su delicada arquitectura humana. Y aunque rock e indisciplina podrían andar por la senda, hombro con hombro, el camino de Lezón es otro. Es únicamente suyo pero bien podría ser el de todos. 

Mi conclusión no puede encerrarse en el corral de lo objetivo. No con este libro. Me cala profundamente que lo que brota de las letras y la memoria es la mansa urgencia de su autor de un next big thing (un poco como le pasaba a Lennon). Desde que cerré el tomo de ‘Lento y Salvaje’ pienso que conozco a Ricardo Lezón sin haber estado nunca cara a cara, gin tonics de por medio. Debo admitir, con algo de vergüenza, que siento que soy su amigo. |

Lento y Salvaje se puede adquirir en este enlace.

Sobre el autor del artículo:

RICARDO PORTMAN: Fundador y editor de Ecos del Vinilo, es periodista y crítico musical, criado y alimentado por el rock n’ roll; creció a la vera de The Beatles, los Stones, The Doors, Pink Floyd y Queen, compañeros de viaje que fueron nutriendo el banco de datos de una mente que siempre se ha movido en acordes, estrofas y vinilos. – @ricardoportman_ | @ecosdelvinilo

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