Crítica | Rubén Pozo: Tesoros en los estribillos

Crítica | Rubén Pozo: Tesoros en los estribillos

 


[Ricardo Portmán] @ecosdelvinilo | @portman918

Nada me emociona más que esa autenticidad humilde y resonante a lo oliver-twist-and-shout, esa mano caliente que intuyo de apretar el lápiz y de arrugar folios en un viaje de ensayo y error. Nada me emociona más que la sangre goteando de los colmillos de este Vampiro de nuestro compositor en estado puro Rubén Pozo

Tras cinco años de espera el nuevo trabajo de Rubén retoma el camino andado y se aprieta al pecho la guitarra acústica. Este es un álbum con la producción justa y necesaria. No encontramos los créditos kilométricos de los trending-topics-of-hell (afortunadamente) y muy al contrario, nos plantamos frente a diez canciones inmaculadas, redondas, tan sencillas como entrañables. Esto nos recuerda cómo se componía antes, cuando una cuerda rota significaba un drama y el músico se agarra a los clavos ardientes de los discos que llenaban la tripa.

Gente abre el tracklist diciéndonos “hace más feliz un sí que un no, es mejor hacer que destruir, cambiar el odio por amor” sobre una planicie de guitarras acústicas que nos lleva al mismo “dark side of the road” que todos hemos pisado alguna vez. Me Pareces Increíble es una riquísima e irresistible acuarela de pop clásico a lo cincuentas. Mañana es Lunes nos lleva a una mansa siesta bajo un sol invernal de poco más de tres minutos para desembocar en la canalla Abel y Caín (con el maestro Miguel Ríos). Tras La Tormenta es la joya definitiva del disco, la letra mete el dedo en la llaga, retuerce la garganta y nos muestra a Rubén desnudo del cuero hacia dentro, frágil pero fuerte, autobiográfico como nunca.  

Ya No Eres Mi Problema es la otra maravilla, con un sinuoso sabor Bowie-Space-Oddity y una elegancia afilada representada por ese piano agudo e imposible del estribillo. Lo dicho, una maravilla. En Siempre Saludaba Rubén nos canta a la cara (con esa sabiduría de quien ha tenido mucha calle) “todos somos puros y nos vamos ensuciando, y aquí quien más se mancha y es quien más disfruta”: Amén, brother.

Escorzo tiene el triste encanto de la demo surgida en una madrugada de nicotina y remordimientos recurrentes. Haciendo Lo Mío es la tonada de un pirata unfiltered, donde el sexo adquiere la textura del terciopelo en el underground. Cierra el tema que titula el disco y sus versos finales me dan la vida: “Vivo de noche como un vampiro, cuando todos duermen estoy mejor, no necesito más, lo cubro bien, eso lo cubro bien”. 

Vampiro es el disco que siempre necesitamos, donde el artificio se esfuma ante la magistral lección de un Rubén Pozo que está muy por encima de estadios a reventar y métricas vacías. El reino de los cielos es de los músicos que nos abrazan el corazón y nos hacen recuperar la esperanza en que todo estará bien, que todavía quedan tesoros escondidos en esos estribillos que brotan de las mierdas de la vida. 

Sobre el autor del artículo:

RICARDO PORTMÁN: Fundador y editor de Ecos del Vinilo, es periodista y crítico musical, criado y alimentado por el rock n’ roll; creció a la vera de The Beatles, los Stones, The Doors, Pink Floyd y Queen, compañeros de viaje que fueron nutriendo el banco de datos de una mente que siempre se ha movido en acordes, estrofas y vinilos. – @portman918 | @ecosdelvinilo