El Niño de la Hipoteca: Cómo pudimos volver a sentir la música

El Niño de la Hipoteca: Cómo pudimos volver a sentir la música

Les contamos su concierto del 4 de febrero en el Teatro Circo Price, dentro del Inverfest

[Azul Escolar] @ecosdelvinilo

El Niño de la Hipoteca vuelve un año más al Inverfest para reanimar la llama del punk en Madrid. La última vez que pudimos verle en el Price aún no sabíamos lo que era el Coronavirus, y nos ofrecía un concierto pseudo acústico que empezaba con él al piano, pero el pasado jueves 4 de febrero los músicos aprovecharon la oportunidad al máximo para ofrecer un concierto lleno de potencia, como el que el año pasado nos regalaron en La Riviera (pero sin poder saltar ni bailar, sólo mover los bracitos enérgicamente y sin volvernos demasiado locos).

Esta es la crónica de cómo, por unos momentos, pudimos volver a sentir la música de siempre.

No quiero decir que en ningún momento se olvidasen las medidas de seguridad, que Guiu instó a cumplir en todo momento, y que desde luego se respetaron sin absolutamente ninguna excepción; demostrando una vez más que la cultura es segura y que incluso los seguidores más fieles de la música más punk, rockera y potente tienen las prioridades claras. Quiero decir que cuando el concierto empezó con un solo de batería increíblemente bien sonorizado, con tanta fuerza que estremecía y el público empezaba a pisotear el suelo a ritmo sin moverse de su silla, cualquiera podía empezar a sentir la emoción de lo que aquella tarde-noche iba a ofrecernos.

Y así empezaba el show, con un Romeo y Julieta clásico en el repertorio, seguido de Mi novia de 2ºB, y un ‘’¡Todo el mundo NO saltando!’’ de Guiu en el apogeo del tema, donde el público optó por levantar los bracitos con emoción contenida. Desde mi sitio, a pesar de que con las luces encendidas se podían ver perfectamente los huecos entre asistentes, la perspectiva creaba la ilusión (y si te esforzabas mucho) de que todo el mundo estaba de pie y de que el tiempo se había congelado en ese principio de 2019. No hice ninguna fotografía de esto, claro, porque sería mentira; pero lo narro porque quiero transmitir la emoción que puede suponer esta imagen para un verdadero amante de la música en directo, un reflejo nostálgico de lo que esperamos que pueda volver a ser. También con la intención de alentar a aquellos que dudan, para que si tienen la oportunidad asistan a espectáculos, y con la picardía de proponer que vean concretamente a esta banda, porque de todos los conciertos a los que he tenido el privilegio de poder asistir en estos momentos, ha sido sin duda el más emocionante.

Sigue con Mi último romance, estrenada hace apenas 7 meses y coreada con timidez a través de muchas mascarillas FPP2; siguiendo luego con No te irás Jamás y Adán y Eva. Vemos los bailoteos del artista en el escenario, que entre canción y canción nos comenta que está haciendo su mejor esfuerzo para no contagiar a nadie y que no nos duela mucho estar pegados a nuestra butaca, y que incluso han modificado un poco sus canciones para hacer versiones más ‘’light’’, o que al menos esa era la idea. Y aquí nos ofrecen un momento agridulce, nos ponen la miel en los labios hablándonos de como El Kanka había intentado asistir a este evento para ser uno de los ya característicos colaboradores del Niño de la Hipoteca, pero que por cuestiones de seguridad no había podido ser. Así que Dani Tejedor, batería de la formación, se ponía ahora a la guitarra y junto al guitarra de la banda nos deleitaba un año más con uno de sus temas, ‘’Una Canción que Destrozar’’. Ésta no se la sabía la gran mayoría del público, pero eso no evitó que la gente vitorease y aplaudiese al finalizar.

Y continúan con Yonki, una canción relativamente nueva. Ésta me llamó especialmente la atención porque la primera vez que pudimos escucharla fue precisamente aquí, en el Price, donde el artista revelaba de forma íntima que la historia que narraba tenía que ver con algunas drogas, y compartía su experiencia y cómo se encontraba en un mejor camino. Esto fue quizá hace uno o dos años, y este 2021, en este mismo lugar, anunciaba algo totalmente diferente: Guiu ha tenido una hija, a la que también dedicaba una canción en acústico, nueva y que forma parte de su proyecto como cantautor. Fue emocionante, imagino que tanto para otros fieles seguidores como para mí, ver este cambio en la historia del artista y esta evolución de los acontecimientos. Desde Ecos del Vinilo mandamos una enhorabuena por las buenas noticias. 

El concierto seguía con Y bailó una eternidad, y en un escenario ya vacío por el carácter íntimo de esta nueva canción, poco a poco iba subiendo el tempo y el volumen. Cuando el tema parecía estar en uno de sus últimos estribillos aparecía la banda otra vez y aumentaba el voltaje de nuevo, el público golpeaba el suelo desde sus sillas y movían la cabeza enérgicamente: Hubiera sido uno de esos momentos de saltar, golpearse e incluso quizás hacer un pogo, era un subidón a medio tema que nos devolvía al enérgico show característico de la banda.

Y aquí otro de los momentos a destacar de la noche, cuando Guiu abandonaba el escenario y dejaba a la banda en lo que parecía una improvisación, que empezó con los punteos en escalas que recuerdan a la música árabe del guitarrista Miguel Pino Marfa y degeneró en un solo que cortaba la respiración. El guitarrista jugó con las notas como si el mástil fuese de mantequilla, y nos estremeció con sus gestos y pasión, con su uso del Bigsby y efectos esotéricos en la pedalera. Si este solo no ha quedado grabado es una verdadera lástima para la historia de la música en este año tan complejo.

Seguían con Que te vaya bien, Copy Paste (de la que Guiu siempre nos cuenta cuánto se arrepiente de haber hecho, y acaba arrebatando risas y agradecimiento entre el público) y acaban el concierto.

Una de estas verdades extrañas que me daba miedo plasmar en un escrito es que, desde que empezó todo esto, ya no se hacen bises. Una vez acaba el concierto es importante despejar la sala de forma ordenada y han sido muchos en los que el público no ha tenido en sí el pedir enérgicamente otra canción. Éste fue la primera excepción. Un hombre desde el fondo incluso gritó pidiendo un tema ‘’No fumes marihuana’’ y la banda, tras salir entre aplausos y celebración (todo esto dentro del tiempo establecido para la duración total del concierto), le dedicó a este espectador un estribillo claramente no preparado para este día, muy bien recibido por el total del público. 

Nos regalaron en ese tiempo que parecía extraordinario La más bella, que empezó melosa y acabó desorbitada, Cum Laude, tras darle un 10 al público (aunque el 10 no sea importante) y Alquitrán y Carmín.

El concierto acababa con varias reverencias de los músicos y todos esperamos nuestro turno para poder abandonar el Price de forma segura. Me gustaría, antes de acabar, destacar el slap del bajo de Carlos Manzanares, el groove que envolvía todas sus partes, y el beatbox que hizo en un par de ocasiones, que también resultó enriquecedor para el total del concierto. |

Fotos: Azul Escolar.

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