Crítica | Hinds: La banda sonora de un verano extraño

Crítica | Hinds: La banda sonora de un verano extraño
The Prettiest Curse
[Lucky Number
★★



[Guillermo Rodero Larraz] @ecosdelvinilo | @GuilleRodero

Joder, por fin. He vuelto. No lo digo porque sea necesario leerme, en absoluto. Más bien, veo necesario el escribir y, si es sobre música, mejor que mejor. Por salud mental, dicen. En estos meses han pasado demasiadas cosas y siento como que en el mundo en el que estoy escribiendo ahora mismo es otro completamente diferente al de mi última reseña. Mentira tampoco es.

Algo parecido les ha debido pasar a la banda a la que acompañaremos en esta ocasión. Hinds (¿sois de la gente que dice “Las Hinds”?) ha sacado The Prettiest Curse, su nuevo disco y parece estar en un mundo diferente al anterior, que veía la luz dos años antes. Con esto no quiero decir que hagan una cosa completamente diferente, para nada. Sólo que hay algo que hace a este disco diferente a los anteriores. El estilo garaje original se mantiene, guitarras sucias y voces distorsionadas que harán las delicias del colectivo más festivalero y de la gente que siga bailando en el baño de su casa por miedo a lo de fuera.

El asunto es que suena todo mucho más redondo, mucho más compacto y, además, lo hace sin perder esa esencia tan suya que nos recuerda a una sesión de improvisación. Una gozada, oye. Me quito la careta y me declaro fan absoluto de este pequeño cambio. En el disco, podemos encontrar su último single, Just Like Kids (Miau). En ella, se nos habla satíricamente de la visión que tiene mucha gente (sobre todo mucho “experto”) de las bandas femeninas que afortunadamente están viendo la luz últimamente. Mucho consejito y mucha tontería que no aportan nada, por favor cállate. Otro de los singles, Riding Solo, podría ser perfectamente la banda sonora del verano que nos espera. Desenfada, muy bailable y fácil de pillar con ganas. Además, me parece uno de los mejores ejemplos del disco para ver qué se puede cambiar el color de la tela, aunque se siga usando el mismo traje que en discos anteriores. 

Además, en este álbum se sienten, poco a poco, más cómodas en el castellano que antes. Ahí tenemos Good Bad Times y Boy. Esta última, nos enseña un concepto de romanticismo muy propio de la banda. De hecho, me estoy planteando hacerlo propio. Otro punto fuerte del disco es la muy festivalera Burn. Estoy seguro de que si los festivales no hubiesen echado la verja este verano, estaríamos hablando de una de las más solicitadas. El espíritu garaje se suelta la melena y nos introduce de nuevo uno de esos solos de guitarras distorsionadas que tanto echábamos de menos, recordándonos a bandas de la misma órbita como Los Parrots o Los Nastys. Aunque, en mi opinión, ahora mismo no están para jugar en la misma liga que Hinds. Para cerrar, tenemos This Moment Forever, quizás el punto de calma que necesitaban estas diez canciones para darnos un respiro después de tanto baile y tanto salto. La respiración de la canción corre a cuenta de una batería y un bajo muy marcados. Podría recordarnos a Rufus T. Firefly, que también usa esos punteos de guitarra casi de otro plano espiritual.

En definitiva, no veo mejor manera de volver al ruedo que con este pedazo de disco recién salido del horno. Sí es verdad, que la situación no es la ideal y estoy seguro de que si el verano fuese normal, estas chicas reventarían los escenarios por los que pasasen y merecidamente. Sin embargo, siempre nos quedará poner este disco en alto y hacer esos bailes que nunca haríamos en público pero que nos coronarán reyes y reinas del baile de nuestra alfombra. Gracias Hinds por este trabajo.






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