Rayo: Lanzas rotas y astillas a la hoguera

“Aquí tenemos a unas Rayo que devoran sin despeinarse (y sin intención) a aquel grupo cuyo nombre no hace falta mencionar”



[Ricardo Portmán] @ecosdelvinilo

12 de octubre de 2019. Sala Muzik de Murcia. La vieja plaza de toros es punto de encuentro para bandas y oyentes en el Festival Big Up. Una banda llega sin hacer mucho ruido, montan sus instrumentos en un escenario de ajustadas dimensiones. Un cuarteto femenino con ceño fruncido, mirada fiera, concentración en máximos. Rayo se dispara.

Presentan Jungla, su disco debut y lo hacen sin dudas, a pesar de un sonido, en la pequeña sala, que intenta sabotear la performance. “Que le den” parecen gritar en fuego bajo desde sus posiciones Ágata Ahora (voz, guitarra), Carmen Hund (guitarra, coros), María Frigo (batería) y Tábata Pardo (bajo, coros). Todas muy jóvenes, aparentes mariposas que son en realidad aves rapaces de alas batientes. Su música desde las tablas no es la revolución, es su visión personalísima del clásico, la metamorfosis del indie rock ochentas que patentaban los sagrados Pixies.

Las cuatro ejecutantes se entregan a Connan, canción que en las circunstancias técnicas se vuelve una batalla de ensayo y error (anécdota para el historial), que se van solventando en El Bosque, Ositos y Perritos, Ciudad y Precipicio, donde Ágata Ahora y Carmen Hund se preguntan y contestan desde la Mustang azul puro y la Stratocaster madera crema. 

Con Arena llegamos al gran tour de force de la hidra rítmica de Tábata Pardo y María Frigo, que en un contrapunto imposible juegan a la ruleta rusa con el límite del compás, y salen ganando. Tábata, desde el centro de la tarima, es una Spanish Kim Deal, una solista volcánica con voz de prado.  

Siglas y Bombas parte de una base de batería tan sencilla y clásica que conmueve (todo lo que escuchamos en  décadas pasadas parte de ese dibujo de hi hat / redoblante de rica tradición sonora). En Hierba se echa gasolina a las llamas con una composición soberbia, nuevamente con Tábata gobernando con una base de bajo invencible (muchos entendidos deberían fijarse en su fluida y dialogante ejecución). 

Llegamos al gran single, al tema que ya debería ser un clásico de la escena indie española: Hoguera. La que es la canción preferida de Carmen Hund de entre el cancionero/Rayo, es indudablemente su máximo acercamiento a la perfección alt/rock, con Ágata, Carmen y Tábata ejerciendo de irresistible trío vocal a lomos de la locomotora percusiva de María Frigo. Con Mapas cerraban el recital y nos dejó ubicados en el tiempo y el espacio con la meridiana claridad que el big bang se ha producido. Rayo inician el movimiento expansivo de una carrera que acelera constante.

Con el ambiente aún cargado de la estática rock n’ roll, y tras ver las enormes sonrisas en los rostros de estas Fab Four no puedo menos que atrincherarme en la opinión que el marketing musical se equivoca con más frecuencia de lo deseado, que hay demasiados focos en la otra mega/banda de chicas (un grupo de medianías con mucha ambición y buen manejo de las redes, pero escasa valía artística) cuando aquí tenemos a unas Rayo que devoran sin despeinarse (y sin intención) a aquel grupo cuyo nombre no hace falta mencionar. Glastonbury, SXSW, la efemes americanas, los festivales patrios de todo tamaño: He aquí a quienes deben fichar por empaque artístico, por inspiración, ejecución y sobre todo, por una genuina actitud rock que no se finge ni necesita filtros. Si hay que romper lanzas es por Rayo; yo rompo la mía sin pensarlo y las astillas van a la hoguera.












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