Santero y Los Muchachos: Aún quedan caminos

Son músicos de corazón. Sastres de un traje que cosen a medida del oyente

[Teresa Cerón López] @ecosdelvinilo

No parece la música una carrera de velocidad para Santero y Los Muchachos, más bien da la sensación de ser una carrera en la que el fondo y las formas adquieren más importancia que el negocio y  los intereses que la música mueve por sí misma. La banda valenciana capitaneada por Miguel Ángel Escrivá (La Pulquería), al que acompaña su hermano Josemán, Soni Artal y Marc Guardiola, el cual anunció recientemente que dejaba la formación, parece huir de las estridencias, de los ritmos acelerados, las descargas de decibelios y el frenesí de agrupaciones como  Mafarka, Madnoise o Absenta, de las que proceden sus miembros.

Santero es otra historia. Ellos gustan llamar a su sonido “rock reposado”. Es decir, rock con solera y surco. Rock que presume del poso que te brinda solo el buen licor.

Los descubrí una calurosa noche de mayo en el puerto de Cartagena. Formaban parte de la pasada edición del Festival Mucha Más Música, y al verlos sobre el escenario, instrumentos en mano, tuve la sensación de que todavía quedaba una auténtica rock-band en España. Venían acompañados por Adrián “Cachorro” integrante de Los Zigarros, a la batería y como un barco que surca aguas tranquilas fueron desgranando, una a una, las canciones de Ventura, único disco editado hasta la fecha con Actúa Records. 

Descubrir a qué suena Santero y Los Muchachos en vivo, es una experiencia que podría catalogar de casi mística por varios motivos. Probablemente, el principal, sea la intensidad que adquieren letras de temas como Aún, Esté Donde Esté o Danny Boy en la voz sin florituras de un Miguel Ángel que puede presumir de alcanzar unos sostenidos dignos de elogio. Con actitud y mucha garra canta a la cara más canalla de la vida, al amor en pleno subidón y a la muerte que ronda sigilosa alrededor de los más osados. Miguel Ángel es lo que escupe. Se nota porque mira de frente, con el contrabajo bien amarrado a sus manos, y demuestra que no necesita recurrir a metáforas para exorcizar sus demonios. Es el capitán de un barco que actualmente sin Josemán y Soni, no llegaría a ese puerto seguro que supone quedarse en el imaginario de quien te escucha para toda la vida.

Otro de los motivos que hacen grandes a estos “hermanos“, son las cuidadas armonías vocales que miman y magnifican los  trece cortes del disco sin perder un ápice de frescura en directo. Saboreando cada fraseo, sin resultar artificiales.  Son músicos de corazón. Sastres de un traje que cosen a medida del oyente, sabedores de que el éxito en esta industria no consiste en gustarle a mucha gente, más bien se encuentra en la lealtad inquebrantable de unos pocos. De esos que llenan las salas en las que actúan sin necesidad de presentaciones. De los que pagan por tener en casa el vinilo de Ventura por simple placer. Los que son brisa para las velas de esta nave de vaqueros locos, audaces y experimentados.

“¡Suenan distintos y auténticos!”, decían desde las primeras filas aquella noche de mayo mientras Miguel Ángel cambiaba el contrabajo por una guitarra tipo archtop y el resto de la banda nos hipnotizaba con ese sonido tan peculiar. Tan santero, añadiría yo. Son una banda de rocanrol, eso está claro. De casta les viene a los galgos Escrivá, hijos de José Escrivá (bajista de los Top-Son), que junto al desaparecido Pepe “el Rubio” engrandecían y bordaban coros, aportando solera a “los muchachos”. Pero Santero también es pop sesentero, folk y ritmos latinoamericanos, no hay más que escuchar No Te Olvides de México o Oaxaca. A veces, se me asemejan a una paleta de colores en la que predomina el sepia cuando puntean guitarras en  canciones como Déjame  Ser o el blanco y negro cuando interpretan Amigo Infiel tal y como aparecen en el videoclip, con porte y  caída de ojos como solo pueden permitirse los clásicos. Ellos tienen el don del desparpajo cuando interpretan Abrácese Quien Pueda y saben ajustar cuentas sin parecer pedantes en Gusano
Mientras esculpen nuevas canciones, sus fans les esperamos en la curva más peligrosa y difícil de la carretera. En el punto más excitante y auténtico del camino. Sabemos que Santero y Los Muchachos vendrán a por nosotros conscientes de que el mundo necesita de luz que desprenden sus creaciones para transformar el dolor en energía. Que de todo se sale, menos de la muerte, de la que ellos se burlan con buena Ventura.




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