Sentimiento Muerto resiste

Un viaje por el sonido de una década en Venezuela
Pocas bandas han tenido una influencia musical y social tan arraigadas entre el público como Sentimiento Muerto en Venezuela. Se les considera el mejor grupo de rock de todos los tiempos en ese país del norte de Sudamérica. Su legado llega hasta la actualidad fresco y vigente. La piedra fundacional de SM data de 1981, cuando se juntan Pablo Dagnino (voz, teclados), Cayayo Troconis (guitarras, coros), Edgar Jiménez (guitarra), Luis Poleo (guitarra), Wincho Schaffer (bajo) y Alberto Cabello (batería). Su primera denominación era Dead Feeling, algo acorde e inevitable para aquellos tiempos de new wave. Con muy buen tino decidieron traducir su nombre al castellano.

Sus influencias abarcaban desde el punk hasta el new wave. La protesta, la política, el choque generacional y el desamor eran los temas recurrentes de sus letras en los primeros tiempos. Con el tiempo iría evolucionando su lírica hacia conceptos más maduros e introspectivos. Los SM, pioneros donde los hayan, utilizaron el WOM y el marketing artesanal como medio de promoción de su música. Son significativos sus míticos graffitis en cada rincón de la ciudad, la distribución de cassettes piratas entre sus seguidores y la creación de sus propios diseños para el material promocional, de la mano de Cayayo Troconis (un dotado ilustrador aparte de guitarrista) y Edgar Jiménez. Caracas se convirtió en su Liverpool particular, tocando en lugares tan variados como la Concha Acústica de Bello Monte o El Gran Café de Sabana Grande.

El fenómeno SM se hizo tan masivo que muchas de sus canciones ya eran ampliamente conocidas incluso antes de ser grabadas en estudio. El grupo no tenía contrato discográfico y mucho menos un disco en una época en que las producciones independientes eran una utopía. El eco de su calidad musical llegó en forma de cassette pirata hasta oídos del mismísimo Miguel Ríos, que de inmediato los invitó a compartir escenario en España con Charly García, El último de la fila y Paralamas Do Sucesso entre otros, en el marco del «Encuentro de Rock Iberoamericano». Las críticas fueron positivas y los periodistas españoles no se podían creer que SM no tuviera contrato ni discos grabados. Justo al regresar de Europa firman con SonoRodven. 

Para su primer disco iban a contar originalmente con Andrés Calamaro en la producción, pero por diversos inconvenientes (Calamaro no entendía que no se podía fumar hierba en las calles de Caracas, por ejemplo) termina produciéndolos Fito Páez. Sobre esto Cayayo comentó en una entrevista: «Si Calamaro nos hubiera producido nuestro primer disco, creo que hubiese quedado mucho mejor que con Fito Páez. Por lo menos habría sido más coherente con el trabajo que veníamos desarrollando. Musicalmente, el tipo estaba en una posición en la que nos entendía perfectamente, pero no nosotros a él». Justo antes de la grabación Edgar Jiménez salió de la banda y entró José Echezuría «Pingüino» en su lugar. Aquí comienza su discografía.










El amor ya no existe  (1987)

En este disco, a pesar de no tener el sonido deseado por el grupo, está el repertorio más clásico de SM. Durante muchos años fue el disco de rock más vendido de Venezuela. Es la esencia de Sentimiento plasmada en vinilo. Himnos tales como el enérgico «Manos Frías», el contestatario post-punk de «Educación Anterior» y la melancolía adolescente de «Una mirada dice todo y dice nada» y «Una extraña sensación de soledad» le dan forma a este grandioso trabajo. «Cabeza», el tema más emblemático de SM, tuvo su propio videoclip, hecho artesanalmente con una súper 8. Tanta fue su repercusión social que hasta fue utilizado en un anuncio publicitario. Como colofón tenemos a ese pedazo de poesía sonora de «Un Agradable Calor», tema en donde Cayayo sacaba esa sensibilidad tan única que le caracterizaba y que le convirtió, a la larga, en alma de SM y en icono de toda una generación. Temas claves: Cabeza. Un Agradable Calor. Manos Frías. 




Sin sombra no hay luz (1989)

Novedades en la banda. Después de la grabación del primer disco, Alberto Cabello abandona Sentimiento para irse a estudiar a Boston. En su lugar, entra un jovencito de apenas 16 años llamado Sebastián Araujo. Con las nuevas canciones ya listas, entraron a las órdenes de Guillermo Carrasco para las sesiones de su esperada segunda placa. Para  muchos es su trabajo más completo y elaborado. Recuperaron temas de los primeros tiempos, tales como el potente punk de «Resiste». Intentaron abarcar muchos más estilos (en alguna entrevista Dagnino habló de «ritmo rico», definiendo su estilo musical) y se nota especialmente en el gran tema «Nada sigue igual», híbrido de reggae y rock. La internacionalización llegó con el videoclip de «Payaso», grabado en el CBGB de New York y en rotación de MTV USA. El tema trademark de Cayayo aquí es «Sin Sombra no hay Luz». Ayug Payé aborda el tema indigenista y ecológico. Sobresalen las letras existencialistas de «El Barco» y «Ojos Chinos», además del sutil entramado de guitarras en «Transparente». Temas claves: Nada sigue igual. El Payaso. Ayug Payé.




Infecto de Afecto (1991)

Las presiones de la fama, profundos problemas de management y los desencuentros personales marcaron la génesis de este muy buen disco. Wincho abandona poco antes de su grabación. Héctor Castillo entró como bajista. Infecto de Afecto fue acertadamente producido por el argentino Mariano López. Aquí se notaba ya que los principales compositores de SM (Dagnino y Cayayo) iban cada uno por su lado. Es un trabajo áspero, de polémica portada y contenido variado. «Eva» y «Estírame el tiempo» fueron los temas más radiados. «Piso Duro» incluyó una muy acertada sección de metales y un ritmo entre vintage y rock. «A la hora justa» y el que le da título al disco son otros de los buenos temas que completan su último disco de estudio. Temas claves: Eva. A la hora justa. Estírame el tiempo.






Luego del lanzamiento de Infecto de Afecto, SM se fue de gira promocional a Colombia. Ahí terminó prácticamente la historia. El acta de defunción del grupo se firmó en el conocido local «El León» de Caracas el 10 de septiembre de 1992. Diferencias conceptuales y artísticas irreconciliables. Ese fue el motivo oficial de cara a los medios de comunicación. Pero los motivos fueron muchos más de los admitidos y se habían convertido en una maraña de la que sus integrantes no pudieron escapar. 

En 1993 salió un disco recopilatorio llamado «Fin del Cuento 1981-1992», para finiquitar sus compromisos contractuales con la disquera. Mientras, Pablo Dagnino se dedicó a su carrera solista; Cayayo, Sebastián y Héctor a Dermis Tatú. Cada quien siguió caminos opuestos, lógica evolución después de los sucesos que les separaron.


Se habló de intentos de reunión, de posibilidades de conciertos, pero todas estas tentativas se frustraron definitivamente el 17 de noviembre de 1999, con la repentina muerte de Cayayo Troconis. Sin él, Sentimiento Muerto era inviable. Su muerte convirtió definitivamente a Sentimiento Muerto en una leyenda por derecho propio, que resiste y pervive en la memoria de una generación. 









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